lunes, 6 de febrero de 2012

Un verano en la adolescencia


Antes de todo saludaros queridos lectores, de nuevo nos encontramos en el segundo número de Crearte Magazine y no puedo empezar mi artículo sin unas palabras de agradecimiento para la primera asociación española de Coaching Familiar Aecofam, son todo un referente y pioneras en España de coaching familiar. Quiero dar las gracias especialmente a Rocío Gómez Sanabria (Refuerzos Positivos) por su generosidad y comprensión. Para mí la definición de Aecofam de coaching familiar fue especialmente inspiradora por lo que, aparte de incluirla ya en mi primer artículo, quiero dedicar estas líneas a este humilde agradecimiento.

Reflexionaba este verano sobre el paso del tiempo y las diferentes generaciones, veranear siempre en el mismo lugar te da la oportunidad de observar el transcurso de los años en las vidas de la gente que comparten, quieran o no, tu paisaje de vida. Observaba a un grupo de adolescentes en el chupinazo de las fiestas del pueblo -no sin cierta nostalgia, tal vez envidia sana-, o el recuerdo de que aquello que sentían esos jóvenes, esos latidos del verano que retumban en el alma, un día lo sentí yo igual… ¿Igual? Esa es la pregunta, ¿20 años después todo es igual a una misma edad? ¿Para todos? ¿Qué es lo que hacía que no pudiera dejar de observar la energía que movían esos chavales?
Unos días más tarde supe que sí, que hay cosas que siguen siendo igual para todos. Todos pasamos por el difícil y divertido camino de la adolescencia a la juventud. Amor de verano, primer amor, primeras experiencias sociales, sexuales, etc. Seguramente esas chicas habían estado todo el día emocionadas pensando que ya había llegado por fin el gran día, salir a la calle y lucir ese vestido que habían escogido, que iban a estrenar el primer día de las fiestas ¿y ellos? Ellos igual, de otra forma pero igual: ese llegar una hora más tarde del horario establecido del verano, la primera vez que van a tener oportunidad de bailar con ella, últimos retoques delante del espejo para ultimar el peinado de moda, perfumados hasta las orejas y preparados para comerse al mundo o lo que el mundo les deje.
¿Hay diferencia os preguntaréis? Las hay, y las siguientes preguntas las pondrán en relieve:

¿Creen ellos que están haciendo algo malo o creen que tan solo se están divirtiendo?
¿Cuántos de nosotros llegábamos a casa escondiendo, o peor, mintiendo sobre lo que habíamos hecho?
¿Cuántas opciones teníamos entonces de contar a nuestra madre o padre que veníamos de estar un rato besándonos con el chico más guapo del mundo por el que estabas coladita?
¿Y ellos? ¿Cuántos de vosotros podíais mostraros sensibles y enamorados delante de vuestro padre?
¿Qué consecuencias nos ha dejado ahora como adultos, toda esa prohibición que marcaba la tónica de nuestra generación?
¿Cómo nos deja esa vivencia ahora delante de nuestros hijos?
¿En qué nos afecta? ¿Les damos más libertad? ¿Les damos menos? ¿O tan sólo miramos hacia otro lado sin saber muy bien qué hacer?

Os propongo una dinámica sencilla de hacer pero no fácil de responder. El coaching aplicado a su desempeño se basa en:

-Contexto: Tomamos conciencia y responsabilidad del asunto que nos lleva.
-Habilidad: Preguntas efectivas, potentes que nos revelan una atención activa.
-Secuencia: Meta, el hecho de llegar al objetivo marcado.

Merece la pena que le dediquéis un tiempo a responder a las preguntas propuestas, podéis hacerlo en solitario, con vuestra pareja o con vuestro hijo adolescente, siempre resulta interesante escuchar y observar diferentes puntos de vista.
Es importante que las respuestas a las preguntas se fijen en lo que SÍ queremos, ponderando así las respuestas afirmativas.

Dinámica:

Mi adolescencia. Su adolescencia:

1-¿Cuál es mi visión de la adolescencia?
2-¿Qué creencias tengo sobre la adolescencia?
3-¿Esas creencias son potenciadoras o por el contrario restan?
4-Imagina que dispones de una barita mágica, ¿Cómo te habría gustado que fuese tu adolescencia?
5- Hazle a tu hijo la misma pregunta, ¿Hay coincidencias? ¿Diferencias? Estudia bien las respuestas, te ayudaran a tener herramientas para desarrollar una conversación con tu hijo adolescente.
6-¿Cómo me gustaría que mi hijo recordarse su adolescencia?
7-¿Qué podría hacer yo, para que eso fuera así? ¿Qué estoy dispuesto hacer?
8-Ahora que has definido lo que puedes aportar a la adolescencia de tu hijo, pregúntate: ¿Es un objetivo real, asumible?, ¿tengo alguna resistencia personal que me impida llegar a mi objetivo marcado?
9- ¿Le has expresado a tu hijo, todas estas inquietudes?
10- Apunta en una hoja tus respuestas y reflexiona sobre ellas. Tus propias respuestas
Te ayudaran a perfilar una hoja de ruta por donde continuar el aprendizaje de empatizar
con tu hijo adolescente.

Espero que el uso de las preguntas efectivas, en lugar de instrucciones u órdenes, os ayude a elevar vuestra conciencia y responsabilidad. Como cualquier nueva habilidad, actitud o estilo, la metodología del coaching requiere compromiso, práctica y algún tiempo hasta que fluya con naturalidad y eficacia.

Es una nueva manera de ver a las personas, desde una perspectiva más optimista. Con esta visión más positiva de nosotros y nuestros hijos me despido, os deseo un muy feliz y positivo año nuevo. Un fuerte abrazo.

Ester Fernández
esterfernandez@creartemagazine.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario